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Las librerías están vivas.

¿Cuándo se marchita un libro?

Los primeros libros que tuve en mi infancia eran los libros en casa de mis abuelos paternos.

Yendo en contra del orden natural de las cosas, los libros entienden el tiempo de una forma muy diferente. Aunque nada resiste a los embates del tiempo y para todos está contemplado el mismo destino final, los libros están hechos para sobrevivirnos y por mucho.

El tiempo los trata diferente y con los cuidados correctos, pueden incluso alcanzar esa denominación de “para siempre” que aunque no se acerca a la eternidad, si termina en un punto mucho más lejano que el marcado por el fin de nuestras vidas.

Los primeros libros que tuve en mi infancia eran los libros en casa de mis abuelos paternos. Mi abuela me decía que habían sido de su papá y que por nostalgia los mantenía allí aunque apenas los había leído un poco. Una vez que tuve el permiso para tomarlos los limpié y comencé a leerlos poco a poco.

De repente, dejaban de verse avejentados. Parecía que entre más los leía y los cargaba para todos lados, buscando ratitos para seguir con la lectura, más volvían a la vida. Creo que sus palabras renacían a través de mí y resplandecían mientras descansaban en mis manos.

Muchos de esos libros terminaron en mi casa y ahora que llamaron la atención de mi sobrino me ha parecido que se veían un tanto viejos, como hace muchos años en casa de mi abuela. Parece ser que conmigo ya han terminado sus ciclo. Es hora de verlos rejuvenecer.

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