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Las librerías están vivas.

La belleza está en los detalles

A las diez de la mañana, comienza la música, las personas llegan y se escucha el silbido de la cafetera. Así comienzan nuestros días.

El olor a café inaugura un nuevo día.

Un nuevo día en la librería también representa muchas nuevas historias. En la librería de Bajío en la Ciudad de México, el día empieza poco antes de las diez, cuando el fuerte sonido de la cortina de la entrada rompe con la tranquilidad. En esos momentos todavía se siente el ambiente lúgubre de un lugar solitario.

Con los años la librería se ha llenado de flores, dibujos, macetas y demás curiosidades que le dan vida.

Jazmín y Jessica, las chicas que nos apoyan en la librería, siempre llegan a tiempo. Se saludan y platican de muchas cosas mientras preparan todo. Las dos conocen muy bien su trabajo y se saben coordinar a la perfección. Encienden las computadoras, limpian, sacan las mesas del café y las sombrillas antes de las diez en punto.

Es entonces cuando realizan la última tarea antes de dedicar todo su día por completo a los libros. Una de las chicas se acerca a la cortina que protege la ventana y la levanta. Las orquídeas son las primeras en recibir los rayos del sol y después que ellas, todo se va llenando de vida. En unos segundos la librería recupera su vitalidad.

Orquídeas, libros y café hacen de una cálida compañía en la librería de Bajío.

Suele ser en ese momento cuando los primeros clientes llegan. Tienen la fortuna de ver el hermoso espectáculo, pues la luz que da en las mañanas es la más bonita y los libros se ven especialmente resplandecientes. En ese momento, Jazmín escoge una música suave con la que se relajaran todo el día mientras Jessica enciende la cafetera y el delicioso aroma lo llena todo.

Es otro día más en la librería en el que es imposible no tomarse un buen cafecito.

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