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Las librerías están vivas.

Un cariño ejemplar

Hay días muy negativos, las cosas parecen salir al revés de lo planeado y los nubarrones que aparecen en ocasiones, enturbian hasta al cielo más despejado, pero hay dos soles o mejor dicho un sol y una flor, increíbles personas y hermanas. Ellas se cuidan una a la otra, y la alegría que traen al visitarnos es tan contagiosa que puedo asegurar ahuyentan las malas “vibras”.

No llevo años de conocerlas y es por un breve; brevísimo lapso de tiempo que puedo intercambiar palabras, sonrisas y recibir la calidez de sus personas. Pero me gusta tanto recibirlas que más de una vez les he manifestado mi deseo, mi envidia (positiva) por crear lazos filiales de tal calidad -¡Oh yo quiero una hermana así!-, crean una fábula increíble.

Llegan a la librería, siempre por libros que previamente adquirieron en línea, sin embargo el local es un lugar de ensueño para ellas. Admiran y se deleitan como pocos y empiezan con sus “retos”.

Si no me equivoco Flor le regala libros a Sol, tal vez también es a la inversa. Aún no me atrevo a preguntar en qué consiste lo que Flor debe hacer, pero siempre lo consigue y su hermana paga para ella libros en diferentes etapas: primero sus libros en línea, luego se acercan felices con otros libros que Flor elige entusiasmada, la última etapa -tal vez es un reto de límite de tiempo- ¡uf!, casi corren al mostrador. Es un deleite su entusiasmo. 

Los sábados han dejado de ser monótonos porque llegan con su increíble energía y se desplazan por la librería en busca de nuevos “tesoros”.

Es magnífico atestiguar el placer con el que van realizando hallazgos, sin pretensiones, ni prisas, sólo por el amor que entre ellas se tienen y el amor que les tienen a los libros.


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