De repente, sentí un poco de frío y dejé mi libro a un lado para cerrar la ventana. Entonces tuve una sensación muy extraña. Llevaba tanto tiempo muy concentrado en mi lectura, que me sentí ajeno a la realidad por algunos segundos.
Durante un largo rato, mi mente estuvo por completo enfocada en los personajes, sus sentimientos y los escenarios. Así que, cuando me distraje para cerrar la ventana, sentí como si volviera de golpe a mi casa. Me había olvidado de mi realidad, de que solo era una persona sentada en un sillón sosteniendo un libro.
Me di cuenta que llevaba una hora completa perdido en el libro, así que cerré la ventana y me quedé viendo hacía afuera, para descansar un poco. Algunas personas caminaban por la calle con sus perros, un avión paseaba por el cielo azul y el árbol frente a mi ventana se agitaba con la suave brisa.
Me concentré en el sonido de las hojas moviéndose y en el viento soplando. Eso mismo había hecho al principio para relajarme y concentrarme por completo en mi lectura. A veces también me gustaba poner una lista de reproducción que incluía sonidos naturales como el canto de los pájaros, el sonido de la lluvia o de trenes en movimiento.
Es mi ritual para relajarme y concentrarme en mis lecturas. Así que cerré la ventana, me puse un suéter y me recosté de nuevo en mi sillón, para seguir leyendo una hora más antes de comenzar con mis otras actividades