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Disciplina Azteca

Por: Tina Libroviejo

Nos traen libros a todas horas del día. Cuando empecé a venir a la librería mis compañeras ya tenían ubicados a los clientes habituales. Por ejemplo, los vecinos, entre ellos está un chico , yo no le calculo más de trece años.

La primera vez que lo atendí me sorprendió su capacidad para negociar… Casi nunca hay una respuesta adecuada.

Le realice la pregunta protocolaria de ¿Cuánto quieres por tus libros?
Y justo me respondió la cantidad que pensaba pagar

Al intercambiar impresiones con mis compañeras resultó que era un cliente al que todas ya habían atendido y que eran varias las veces que llevaba libros… – Por eso se la sabe –

Acudió alrededor de diez veces, siempre con máximo cinco libros. Llegaba en su bicicleta. Su lenguaje siempre fue muy respetuoso y las siguientes veces ya no esperaba la pregunta, el solito sabía cuánto se le pagaría; a mi sinceramente me facilitan las cosas cuando es así la negociación.

Un día mí compañera después de estar hablando con una mujer me llama.

La señora es mamá del chico que nos trae libros… –
¿Te acuerdas de Andrés, el chico que viene en su bicicleta? –
-Si claro, a propósito, vino ayer –
-Si por eso está aquí ella. Es su mamá –
Dice que él viene sin permiso, que toma los libros de su abuelo y los viene a dejar sin autorización –

La señora encontró un recibo en el suéter de Andrés y así fue como se dio cuenta de lo que su hijo hacía. Andrés escogía los libros más vistosos, tapas duras, letras doradas. Y el abuelo buscaba los libros que Andrés ya nos había traído.

Por supuesto que acordamos entre todas, no volver a comprarle nada al niño; nos quedamos especulando acerca de lo que haríamos nosotras en el lugar de su mamá. Yo que tengo de ambos; hijas y libros sigo pensando en un castigo adecuado . A veces envidio la determinación y estrategias de los aztecas

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