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El Bibliófilo Infiltrado

¡Bueno, bueno, bueno! ¡Qué tal, colegas del grupo! Me llamo Pedro, y sí, amigos, tengo una especie de trastorno, algo así como "compritis compulsiva de libros". Lo admito, y no estoy orgulloso de ello. ¿Me entienden? ¿Saben a qué me refiero? Mi Laura, mi santa esposa, ha llegado al punto de ponerme en cuarentena bibliotecaria. Literalmente. Si me ve entrar por la puerta con un libro nuevo, ¡zaz!, paso directo a la entrada trasera, como si llevara material altamente contaminante. Es desesperante, de verdad. ¿Qué culpa tengo yo de que cada vez que veo un título interesante sienta esa necesidad irresistiblemente incontrolable de añadirlo a mi colección? Y claro, soy consciente de que eso no le hace ninguna gracia a Laura. No es que no me ame, ¿eh? Todo lo contrario, estoy enamoradísimo de ella. Pero mis libreros no dejan de crecer, como si tuvieran vida propia. Así que, para evitar el drama, me he vuelto todo un experto en el arte del camuflaje literario. Imagínense la escena: yo, con cara de inocente, escondiendo un tomo entre la camisa mientras Laura pasa el escáner de control. ¡Una situación digna de una comedia romántica! Otra opción, de lo más sutil, es dejar la laptop en la oficina y cargar mi último tesoro literario en la funda, disimuladamente, bajo la llanta de refacción del coche. ¡Voilà! Es como si el libro estuviera y no estuviera al mismo tiempo. Y aquí llegamos al meollo del asunto. La gran pregunta que me carcome: ¿debería dejar a Laura? ¡Tranquilos, tranquilos! No voy a tomar una decisión así a la ligera. Solo quiero entender si hay una forma de conciliar mi pasión por la literatura con el amor de mi vida. Porque, sinceramente, no puedo imaginarme un mundo sin ella. Sería como leer un libro sin páginas, como comer tacos sin salsa. En fin, mis estimados compañeros, ahí tienen mi desahogo. Pedro, el adicto a los libros, atrapado en la encrucijada del corazón. Pero sé que entre todos podemos encontrar una solución ingeniosa, ¿verdad? O eso, o me pongo a escribir mi propio bestseller sobre "El arte de esconder libros y no perder a tu esposa". ¡Bueno, gracias por escucharme! Seguro que la próxima vez que nos reunamos, habré adquirido otro par de libros... y espero que siga siendo mi casa. ¡Salud y letras! Gracias Pedro, bienvenido a Librero en Andanzas.

¡Bueno, bueno, bueno! ¡Qué tal, colegas del grupo! Me llamo Pedro, y sí, amigos, tengo una especie de trastorno, algo así como “compritis compulsiva de libros”. Lo admito, y no estoy orgulloso de ello. ¿Me entienden? ¿Saben a qué me refiero? Mi Laura, mi santa esposa, ha llegado al punto de ponerme en cuarentena bibliotecaria. […]