En medio de la ajetreada vida de la Ciudad de México, la Feria del Libro en la Alameda ofrece un espacio para disfrutar y reflexionar, alejándonos de la rutina diaria.
Las hormigas carpinteras mastican la madera de los troncos de los árboles para construir sus nidos, aunque no se alimentan de los árboles ni de la madera. Su dieta se basa en alimentos dulces, otros insectos e incluso comida para mascotas, y suelen encontrarse en zonas boscosas.
Podemos observar largas filas de hormigas yendo y viniendo, cargando hojas, insectos muertos y otras presas en largas filas, una tras otra.
La ajetreada vida en la Ciudad de México se asemeja mucho a esas interminables filas de hormigas que anidan cerca de los árboles y se alejan y regresan con su alimento, el fruto de su trabajo.
Las hormigas establecen una simbiosis con los árboles. La simbiosis es una de las relaciones mutualistas más fuertes en la naturaleza, donde los organismos cooperan para el beneficio mutuo. Frecuentemente, las especies tienen un pasado evolutivo en común y dependen unas de otras para sobrevivir.
Sin embargo, no somos hormigas. Aunque las largas filas, las aglomeraciones en los semáforos del centro y los vagones llenos del metro nos hagan pensar que nos comportamos como un sistema simbionte entre hormigas y árboles, nosotros somos humanos y poseemos una cualidad que las hormigas no tienen: podemos detenernos, reflexionar, cultivar nuestra vida interior y disfrutar de los placeres que la vida nos ofrece.
Pasear por la tarde a la sombra de los árboles después del calor; disfrutar de un helado; salir con alguien querido; o decidir visitar una Feria del Libro, como la que se encuentra en la Alameda, son algunas de esas delicias. Pongámonos nuestros zapatos más cómodos, ropa ligera y demos tiempo para nosotros mismos.
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