El encanto de lo pequeño: nuestra librería más íntima tiene las historias más grandes

15 de April, 2025Josué González

"Si me ven con el celular me regañan, pero si me ven leyendo hasta me felicitan. Mis mañanas se han vuelto mi mejor momento, termino pronto mis tareas y me pongo a leer hasta que llega el primer cliente."

La librería de Álamos es muy pequeña, íntima por decirlo de una forma poética, pero como todas las librerías, está llena de historias y esta es la de Joaquina, una de esas historias que nos recuerdan por qué hacemos lo que hacemos.

Joaquina trabaja en una zapatería cruzando la avenida, frente a la universidad. Todos conocemos esa sensación de ver cómo el reloj parece detenerse durante horas de aburrimiento. Para ella, las mañanas eran exactamente eso: un tiempo muerto que parecía no terminar nunca.

"A veces me aburría muchísimo, porque en la mañana no hay clientes, comienzan a llegar a la hora de la comida", nos contó un día mientras revisaba nuestros estantes. "Aunque me esfuerzo por hacer lo más que pueda para no aburrirme, limpiar el piso, revisar las cuentas, limpiar los estantes, los vidrios, hay momentos en los que solo me sentaba y miraba hacia la avenida."

El primer día que cruzó la puerta corrediza de nuestra librería, Joaquina preguntó si sacábamos copias. Cuando Mildred, nuestra encargada en Álamos, le dijo que no, estuvo a punto de marcharse. Pero algo la detuvo: "Oye, ¿cuánto cuestan los libros?". La respuesta pareció sorprenderla: tres libros por 100 pesos. Como muchos, no podía creer que por ese precio pudiera llevarse tres historias completas.

No compró nada ese día. Se fue pensativa, quizá calculando si valdría la pena. Nos enteramos después que en su trabajo le habían confiscado el celular por usarlo en horas laborales. "Por políticas de la zapatería", nos explicó, encogiéndose de hombros con esa resignación que todos hemos sentido ante reglas que no podemos cambiar.

A los pocos días regresó, decidida. Estaba en su hora de comida y quería esos tres libros por 100 pesos para tener algo que hacer durante las interminables mañanas sin clientes. Se llevó un libro sobre la historia de los Incas, otro de Rosario Castellanos que Mildred le recomendó y uno más sobre patronaje de ropa.

"Me gusta mi trabajo, me gustan los zapatos, sabes", le confesó a Mildred mientras pagaba. "Yo quiero ser diseñadora de modas."

Esa fue la primera de muchas visitas. Semana tras semana, Joaquina ha ido armando su pequeña biblioteca, combinando literatura, historia y manuales técnicos de diseño. Con cada libro que se lleva, nos cuenta cómo sus mañanas han dejado de ser un tiempo perdido.

Su historia es sencilla, pero encierra en redondo el propósito de nuestra librería, ser un remanso, una puerta de posibilidades. A veces nos preguntamos cuántas Joaquinas habrá allá afuera, esperando descubrir que por el precio de un café pueden llevarse a casa un mundo entero.

More articles

Comentarios (0)

No hay comentarios todavía. Sé el primero en comentar.

Deja un comentario

¡Tu comentario ha sido enviado. Será visible una vez que el dueño de la tienda lo haya aceptado!