Existen ciertos libros excepcionalmente pesados, me refiero a los libros de formato grande, como muchos de los libros de arte, de fotografía, arquitectura, diseño, mapas, ediciones especiales sobre cultura mexicana, algunos libros antiguos y facsímiles. Estos libros son tan asombrosos como pesado es cargar con ellos.
La llegada de estos ejemplares implica un trabajo físico considerable. Los libros de arte pueden pesar entre 3 y 5 kilos cada uno, lo que significa que un lote de apenas 20 ejemplares puede representar 100 kilos de peso para transportar, clasificar y acomodar. Requieren estanterías especiales, más robustas que las estándar, y ocupan espacios específicos en la librería.
Su manejo requiere consideraciones especiales. Deben transportarse en cajas más pequeñas para evitar que se dañen o que su peso las rompa. El proceso de catalogación también toma más tiempo debido a sus características específicas y su valor en el mercado.
"Con cuidado, hay un cliente para esos tomos monumentales de Taschen", dice alguien mientras pasa un libro que parece hecho de plomo. "Mira qué belleza, un catálogo completo de Tamayo", comenta otro, ignorando deliberadamente el dolor en sus muñecas.
A pesar del esfuerzo físico, estos libros tienen un mercado particular. Son buscados por coleccionistas, estudiantes de arte, arquitectos y profesionales diversos que valoran tanto su contenido como su calidad material. Su rotación es más lenta que la de libros de formato estándar, pero suelen mantener o incluso aumentar su valor con el tiempo.
Para nosotros representan ese balance entre el trabajo físico y la satisfacción de manejar objetos culturalmente significativos. Cuando necesitamos acomodar 500 libros nuevos, incluyendo varios de formato grande, sabemos que será un día de esfuerzo considerable, pero también de contacto con ejemplares que tienen características, contenidos y valores particulares en el mundo editorial.
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