Hoy llegó un señor con tres cajas de libros de los años 70. La historia detrás: una mudanza y una esposa que dijo "o se van los libros o me voy yo"

15 de April, 2025Josué González

Apareció temprano, arrastrando tres cajas de cartón gastadas por el tiempo. Mientras las depositaba sobre el mostrador, comenzó su confesión:

"Mi esposa dice que ya no hay espacio en la casa nueva. Que tengo que elegir."

Tenía libros de la editorial Joaquín Mortíz, de Minotauro, de Roca. Verdaderas joyas editoriales de otra época. Conforme los íbamos sacando y colocando en pilas sobre el mostrador, sus dedos se demoraban en las cubiertas, como quien acaricia fotografías de viejos amigos.

"¿Ve este? Es Aura de Carlos Fuentes. Segunda edición, pero igual de hermosa que la primera," comentó mientras lo deslizaba hacia mí con evidente nostalgia.

"Supongo que debe ser difícil separarse de ellos," le dije, intentando validar lo que veía en sus ojos.

Sonrió con una mezcla de picardía y resignación.

"Le voy a confesar algo," bajó la voz como si su esposa pudiera escucharlo a través de las paredes. "Las primeras ediciones se quedan conmigo. Estos son los que tenía repetidos y los que ya había leído muchas veces."

No logré interpretar completamente su mirada. Tenía un gesto entre aceptación y desprendimiento, pero había algo más, era como ver a un niño entrado en años desprendiéndose de sus juguetes, pero guardando los más preciados bajo la cama.

"¿Y su esposa cree que se está deshaciendo de toda la colección?" pregunté.

"Ella verá los librero más vacíos y pensará que cumplí mi parte del trato," respondió guiñando un ojo.

¿Te ha pasado alguna vez? Ese momento en que tienes que elegir entre lo que amas y lo que aparentemente debes hacer. Quizá no sean libros, tal vez sean discos de vinilo, figuritas coleccionables o esa ropa que ya no usas pero que guarda tantos recuerdos.

Respeto aquellos actos de desprendimiento, y creo que aunque parece que el ultimátum fue efectivo, él sabía que solo nos ofreció sus estampas repetidas. Una pequeña victoria en una batalla doméstica de la que todos somos testigos periódicamente en la librería.

Menudos juegos de poder. Si continúa sin límites ya veremos por aquí las primeras ediciones. O quizá, en unos meses, sea ella quien aparezca con las cajas restantes, cuando descubra que la colección solo se redujo en apariencia.

Y tú, ¿de qué tesoros te has desprendido a regañadientes? ¿O eres de los que, como nuestro visitante, encuentra formas creativas de conservar lo que ama mientras aparenta ceder? La próxima vez que visites nuestra librería, quizá reconozcas en algún ejemplar la historia silenciosa de una negociación similar.

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