De la bodega al tablero: nuestra próxima aventura ajedrecística

Hace algunos años adquirimos una gran colección de libros sobre ajedrez, y cuando digo “gran” no exagero.

Quizá la principal razón de nuestro entusiasmo por comprar esta biblioteca fue nuestra propia afición; hey, no somos profesionales, pero sí disfrutamos mucho jugar.

Ahora esos libros descansan en la bodega, esperando pacientes. Al principio creímos que con solo tenerlos aprenderíamos de ellos, pero ya saben: los deseos muchas veces quedan truncados por las necesidades, el ir y venir, los compromisos… y esa insistente urgencia de hacer que todo funcione para comer cada día.

Hace unas semanas, en una charla informal con un gestor cultural y buen amigo, le propusimos la idea de ocupar un espacio temporal en la vía pública, en la Alcaldía Cuauhtémoc, para organizar una feria del libro. El comentario quedó en el aire —al menos para mí— y las semanas siguieron su curso. Llegó la Feria del Libro en Puebla, después el evento de “La Caja” en Bajío que tanto revuelo causó entre los lectores… cuánta fortuna.

Ya había olvidado aquella conversación, hasta que una tarde me llamó para preguntarme si seguía interesado en llevarla a cabo. Me tomó por sorpresa; estaba manejando, así que me detuve. Los detalles fueron breves: lo escuché e intenté grabar en la memoria todo —el espacio, las consideraciones—. Colgamos, seguí mi camino… no podía creerlo.

Nos reunimos para discutirlo y, de pronto, recordamos aquellas cajas de libros de ajedrez que llevan años guardadas. Excelente idea: podemos convocar a asociaciones civiles, organizar charlas o incluso un torneo.

Ya nos pusimos manos a la obra. Revisé las cajas por encima… qué buenos libros, de verdad. Coticé tableros de ajedrez de tapete y envié mensajes a algunas asociaciones. Aún no hay fecha concreta, pero pensé que querrían saber qué estamos tramando en la librería.

Si conocen o pertenecen a alguna asociación que promueva el ajedrez y quieran sumarse a esta aventura, comuníquense con nosotros. Nos dará gusto trabajar juntos y, cómo no, jugar unas partidas.